viernes, 4 de abril de 2008

¿Quién es un verdadero filósofo según Platón?


¿Quién es un verdadero filósofo según Platón?
Pablo M. Pernas


En el presente trabajo abordaré la pregunta ¿Quién es un verdadero filósofo y cuál es su función? Parto de lo escrito por Platón al respecto en el libro sexto de la República[1]. Dicha información servirá para una reflexión personal.

Platón escribe en su libro sexto acerca de los tipos de filósofos que existen. Distingue entre algunos filósofos que lo son en verdad y otros que no lo son. Los verdaderos filósofos son aquellos cuyo espíritu puede alcanzar el conocimiento de lo que existe siempre de un modo inmutable. Apelando a la teoría de las ideas, podemos decir que se trata de las formas.

Existen algunas señales que nosotros podemos observar para determinar quién es un verdadero filósofo. La primera señal del espíritu filosófico consiste en amar apasionadamente la ciencia que puede llevar al conocimiento de la esencia inmutable. Dicha esencia es inaccesible a los procesos de la generación y la corrupción. La segunda señal es que debe tener horror a la mentira, o poniéndolo en sentido positivo, amor a la verdad, a la veracidad. El espíritu verdaderamente ávido de ciencia debe buscar desde su primera juventud amar y buscar toda verdad. Algunas otras características son las siguientes: desdeña los placeres del cuerpo (solamente le gustan los placeres del alma); está exento de codicia; no hay nada para él que sea bajo; no temerá a la muerte; desde su nacimiento se sabrá si muestra equidad y dulzura o si es arisco e intratable; deberá tener facilidad para aprender aunada a una excelente memoria; necesitará armonía y gracias que lo lleven siempre a la contemplación de la esencia de las cosas. Resumiendo podemos decir que para llegar a ser sabio se requiere: amor a la verdad, deseos de ciencia, horror a la mentira y costumbres puras (templanza). Sin embargo, existen algunas consecuencias que deberá enfrentar todo aquel que se precie de ser un verdadero filósofo. A saber, se sentirá acompañado por la soledad ya que, en muchas ocasiones, su pensamiento irá en contracorriente. Tendrá que luchar para mantenerse retirado y lejos de las iniquidades y crímenes.

Ahora bien, si una persona puede llegar a ser un filósofo sabio, también existe la posibilidad de que el filósofo se pervierta. Esto puede ser debido a las siguientes causas: a) la mala educación puede transformar a las mejores almas en las peores almas; b) cuando censura o aprueba determinadas palabras y acciones con gran estrépito y c) cuando repite a la juventud las máximas que en sus asambleas profesa el propio pueblo. La sabiduría no consiste en saber lo que desea la multitud reunida. De aquí concluimos que este tipo de filósofos en verdad perjudican al Estado.

Abordaremos ahora las funciones del filósofo. Un verdadero filósofo estará orientado a gobernar al Estado. Por ello, se debe elegir a las personas que más propias parezcan para mantener las leyes e instituciones en todo su vigor. Se precisa educación y experiencia para que se les pueda confiar el Estado. Por otra parte, el filósofo buscará la mejor forma de gobierno, aunque no exista ninguna forma de gobierno que convenga al filósofo. El filósofo deberá tratar con objetos divinos. Gobernará hasta pasar al gobierno y a las costumbres de sus semejantes el orden que ha admirado en la esencia de las cosas (la justicia, la belleza, la templanza). Estos magistrados tendrán gran celo por el bien público, ingenio vivo, carácter firme y estarán adiestrados en las ciencias. Buscarán en todo el Bien. Sócrates dice ser uno de los pocos atenienses que examina el verdadero arte de la política y el único entre sus contemporáneos que la practica. El verdadero arte de la política es el arte mediante el cual se cuida del alma y se le convierte en lo más virtuosa posible. Eso, dice Sócrates, es el arte del filósofo. Sólo si el político se transforma en filósofo puede construirse la verdadera ciudad, el Estado auténticamente fundamentado sobre el supremo valor de la justicia y el bien.

Platón concibe toda su República basándose en su concepción del mundo, del hombre y de los dioses. Él concibe al hombre de forma dualista. Es decir, el hombre está dotado de alma y cuerpo. Llega a afirmar que el cuerpo es la cárcel del alma. El alma debe perfeccionarse o purificarse mediante la práctica de las virtudes (justicia, belleza y templanza) para llegar al Bien.

Daré un salto al siglo XXI para confrontar su idea del “verdadero filósofo” y su función con lo que se vive actualmente y con aquello que requerimos como humanidad.

Hoy leí en un periódico mural las declaraciones que recientemente realizó el presidente George Bush: “México es modelo para A.L”. “Vaya modelo” pensé. Y relaciono una nota que refiere los índices de pobreza en el país del declarante (Estados Unidos de América): 37 millones de pobres, 43% de los cuales viven en pobreza extrema[2]. En otra parte de la misma nota informativa se nos informa que en la capital –Washington, D.C.- “casi seis de cada diez residentes de la capital viven en extrema pobreza, a la sombras de la cúpula política del país que tanto habla de prosperidad y oportunidad”[3] Este hecho lo pude constatar en una estancia de estudios de dos meses que realicé en dicha capital. Caminando cerca del Capitolio, se veían tirados en el piso hombres de raza negra; pedían limosna, estaban borrachos o simplemente se pasaban ahí el día entero. Ese hecho y otros similares, me llevaron a pensar en la paradoja siguiente: tan cerca del “poderoso” Congreso de los Estados Unidos y la constatación de indigencia, pobreza e incluso delincuencia. En Nueva York, más del 20% de los habitantes viven en la pobreza.[4] Y en nuestro país, también tenemos una gran cantidad de la población que vive en la marginación y pobreza. Aproximadamente existen en México entre 40 y 60 millones de pobres, de los cuales 20 millones viven en situaciones de pobreza extrema. Haciendo referencia a este problema en nuestro país, recuerdo una visita que realicé a la Sierra Norte de Puebla, donde pude vivir con los indígenas una semana. Ahí me percaté de las carencias materiales de todo tipo con las que se encuentran: carencia alimenticia, de infraestructura, de educación, de salud, de oportunidades de empleo, de libertad política, tecnológica, etc. Veo también en la sociedad otros problemas como la injusta distribución de la riqueza que se da en nuestro país y en el mundo, el deterioro ambiental, la individualización de la sociedad (egoísmo y pérdida de identidad colectiva), las guerras, el ansia insaciable por el dinero, entre otros.

Estas realidades las retomo para dialogar con Platón y descubrir que todavía hoy son necesarios los verdaderos filósofos. En la actualidad se precisan seres humanos que se detengan a pensar el mundo; se preocupen y ocupen de lo que hace la humanidad; sean capaces de criticar los derroteros por los que camina ésta, los modelos económicos y políticos por los que opta y propongan alternativas que rescaten al ser humano evitando tratarlo como un recurso más en la cadena de producción, sujeto a las leyes de la oferte y la demanda.

Frente a las realidades que vive nuestro mundo, se hacen vigentes algunas de las características que ataño planteó Platón como requisitos para un verdadero filósofo, así como la necesidad de que este tipo de hombres se hicieran cargo del Estado (actualmente casi cualquier persona que cumpla algunos requisitos, principalmente de edad y nacionalidad puede acceder a los puestos de elección popular). Se vuelve urgente que las personas que aspiren a estar al frente del Estado amen la ciencia, tengan horror a la mentira, busquen la verdad, estén exentos de codicia, no teman la muerte y estén dispuestos a dar la vida por la verdad y la justicia.

Percibo que estamos lejos de conseguir que todas las personas que dirigen el Estado cumplan por lo menos de forma mínima con esos requisitos. Pero no por ello se debe dejar de pensar, imaginar, esperar y trabajar para que algún día las cosas puedan cambiar. Quizá algún día algún verdadero filósofo pueda dirigir el Estado.

Esbozo a continuación algunas situaciones que en la actualidad requieren ser pensadas y esperan, de parte de los filósofos, una respuesta, una alternativa, un resquicio de solución o, al menos, palabras de esperanza: la pobreza extrema, la política económica de nuestro país y del mundo, la violencia e inseguridad, el sentido de la vida, la ecología, entre otras. Concluyo el presente trabajo con algunas preguntas para la reflexión. ¿actualmente qué características debe tener un verdadero filósofo? ¿cuál debe ser la labor del filósofo en la actualidad? ¿cómo debe vivir un filósofo? ¿cuál debe ser su papel en la sociedad? ¿Quién nos debe gobernar? ¿Qué podemos esperar y exigir de nuestros gobernantes? ¿Cuál debe ser la educación humana, técnica y profesional que deben tener aquellos que dirijan el Estado? ¿Mediante qué medios podemos exigirles o demandarles, cuando no cumplan la promesa de servicio que hacen al iniciar su periodo de gobierno?

Platón escribió su utopía. Nosotros ¿cómo soñamos el mundo, nuestro mundo?

[1] PLATÓN, Diálogos, Editorial Porrúa, México, 1984
[2] BROOKS, David, “En pobreza extrema, cerca de la 16 millones de estadounidenses”, en La Jornada, México D.F., núm. 8088, 27 de febrero del 2007, El Mundo, p. 23 México.
[3] Loc. Cit.
[4] BROOKS, David, “Nueva York, entre la opulencia y la miseria”, en La Jornada, México D.F. , núm. 8094, 5 de marzo del 2007, contraportada.
made in Guanatos, Marzo 8, 2007

Homilía para futuros economistas

Filosofía de la Economía
Reporte de Lectura: Homilía para futuros economistas.
Texto reportado: SILVA HERZOG, Jesús; Antología, conferencias, ensayos y discursos; UNAM, México, 1981, pp. 141-152
Fecha: abril, 04, 2008

“Ninguna sociedad puede florecer ni ser feliz si la mayoría de sus miembros son pobres o miserables”. Smith.

“Homilía para futuros economistas” es un ensayo que busca dar una definición de lo que es la economía. Menciona diferentes definiciones que se han ido gestando a lo largo de los tiempos para concluir con su propia definición. De igual manera, el autor nos comparte el ideal de “economista” que los países necesitan en la actualidad para superar sus problemas económicos y lograr el pleno desarrollo de los países.

Si un fenómeno se repite muchas veces y de igual manera, podemos inferir que obedece a una misma causa. Si esto sucede así, se pueden descubrir los principios o leyes que explican la causa y los fenómenos correspondientes. Por lo tanto, la economía es definida como una ciencia. Veamos pues algunas definiciones de “economía” que se han dado en la historia:
 Juan Bautista Say opinaba que la economía debería ser objetiva, concreta, teórica y descriptiva; exponerse fríamente al hecho de cómo se producen, se distribuyen y se consumen las riquezas.
 Juan Carlos Leonardo Sismondi: La economía es una ciencia moral. Su objeto no es la riqueza sino el bienestar físico del hombre.
 Guillermo Santley: “La Economía debe tener un carácter tan matemático como las ciencias físicas. La ciencia económica ha de ser matemática, sencillamente porque se ocupa de cantidades.
Después de analizar los aciertos y carencias de cada definición, el autor sugiere que la siguiente definición sería la más completa: “La Economía es una ciencia humana. Sus leyes, con excepción de las de carácter económico-biológico, son leyes sujetas a cambios inevitables, impuestos por la estructura económica y las instituciones jurídicas y políticas de la sociedad”. A esto se añaden las nociones de historia y geografía, ya que son fundamentales para la ciencia económica. Dejando atrás las definiciones exclusivamente matemáticas, el autor enfatiza que la Economía es una ciencia humana, cuya finalidad suprema es el hombre. El espacio y el tiempo ocupan un lugar muy importante para la Economía, ya que hacen que las circunstancias de un país sean diferentes a las de otro. La geografía es también otro elemento a tomar en cuenta al hablar de la Economía. De esto se desprende que una teoría económica elaborada en las naciones más industrializadas no puede ser aplicada en países que no cumplen con esas mismas condiciones de desarrollo (porque las especificaciones espaciales, temporales y geográficas son distintas). Como comenta el profesor Samuelson, el problema fundamental de la teoría económica estriba en encontrar la solución adecuada para lograr de modo permanente la ocupación plena.
Presentamos a continuación los conocimientos que el economista requiere adquirir y las funciones que debe desempeñar en la sociedad. Todo economista necesita tener conocimientos de: teoría económica, historia económica, sociología económica, estadística, geografía, cierta dosis de matemáticas, biología y un conocimiento general de las ciencias sociales. A esto se suma la preocupación que debe haber por el grupo social y por la humanidad, por sus problemas vitales y por sus anhelos de superación. Otro rasgo deseable es que el futuro economista sea un hombre de ciencia, que viva con amor apasionado por la verdad y con un “profundo interés desinteresado” por el destino del género humano, por mejorar las condiciones materiales de vida de las personas menos favorecidas. Es necesario también estar en contacto con el mundo y su realidad. La tarea sustantiva del economista consiste en trabajar para que el país alcance su pleno desarrollo. También requiere capacidad crítica para no adoptar ciegamente los modelos económicos de moda. El móvil del economista no debe ser su propio enriquecimiento. “Lo primero que debe aprender el joven universitario es el oficio de hombre, el más difícil de todos los oficios; después el oficio de ciudadano y de profesionista honorable y competente. Y si tiene capacidad creadora hacer oficio de antorcha para la sociedad en la que vive” “El ideal supremo de un economista mexicano o latinoamericano en general, estriba en decir las cosas bien y hacerlas mejor, en amar a su patria con hondo y desinteresado amor, en servir a su pueblo con la mira de elevar sus condiciones culturales y materiales y, por último, luchar sin tregua consigo mismo para hacer de la propia vida algo así como una obra de arte”.
Termino con gusto la lectura del presente artículo. Me alegra saber que alguien se ocupe en proclamar que la finalidad de la Economía es el ser humano; que todo economista debe buscar el desarrollo pleno del ser humano. Ésto, en contraposición con un modelo económico que proclama la libertad de mercado pero olvida al hombre, con un sistema al que le interesan los mayores rendimientos, las mejores utilidades y se desentiende de la vida de las personas, del medio ambiente.
Otro aspecto que amplía mi mirada de la Economía son los factores geográficos, temporales y espaciales. La Economía no sólo se compone de números, sino también de personas, lugares y espacios. Llama potencialmente mi atención el comentario que debido a estos factores, no se puede aplicar cualquier teoría económica a nuestro país. Sin embargo, constato que en México seguimos al pie de la letra los dictados del sistema capitalista sin considerar la situación particular del país. En los tratados de libre comercio (especialmente el TLC con EUA y Canadá), se abre el mercado como si los países estuvieran en igualdad de condiciones. Y por si esto fuera poco, no se adopta el modelo de libre competencia de la forma más radical: existen monopolios en el país que controlan, manipulan y dominan el mercado, por ejemplo, el gran poder de las televisoras, la telefonía fija, etc. México tiene los recursos materiales y humanos para alcanzar un desarrollo pleno. Tan es así, que dentro de 50 años se espera que ocupe el quinto lugar en las economías mundiales. Nuestro gran problema es el que Alexander von Humboldt señaló hace ya varios años: la desigualdad. Necesitamos verdaderos “arquitectos de pueblos”, que sepan construir una humanidad más digna y más humana.