¿Quién es un verdadero filósofo según Platón?
Pablo M. Pernas
En el presente trabajo abordaré la pregunta ¿Quién es un verdadero filósofo y cuál es su función? Parto de lo escrito por Platón al respecto en el libro sexto de la República[1]. Dicha información servirá para una reflexión personal.
Platón escribe en su libro sexto acerca de los tipos de filósofos que existen. Distingue entre algunos filósofos que lo son en verdad y otros que no lo son. Los verdaderos filósofos son aquellos cuyo espíritu puede alcanzar el conocimiento de lo que existe siempre de un modo inmutable. Apelando a la teoría de las ideas, podemos decir que se trata de las formas.
Existen algunas señales que nosotros podemos observar para determinar quién es un verdadero filósofo. La primera señal del espíritu filosófico consiste en amar apasionadamente la ciencia que puede llevar al conocimiento de la esencia inmutable. Dicha esencia es inaccesible a los procesos de la generación y la corrupción. La segunda señal es que debe tener horror a la mentira, o poniéndolo en sentido positivo, amor a la verdad, a la veracidad. El espíritu verdaderamente ávido de ciencia debe buscar desde su primera juventud amar y buscar toda verdad. Algunas otras características son las siguientes: desdeña los placeres del cuerpo (solamente le gustan los placeres del alma); está exento de codicia; no hay nada para él que sea bajo; no temerá a la muerte; desde su nacimiento se sabrá si muestra equidad y dulzura o si es arisco e intratable; deberá tener facilidad para aprender aunada a una excelente memoria; necesitará armonía y gracias que lo lleven siempre a la contemplación de la esencia de las cosas. Resumiendo podemos decir que para llegar a ser sabio se requiere: amor a la verdad, deseos de ciencia, horror a la mentira y costumbres puras (templanza). Sin embargo, existen algunas consecuencias que deberá enfrentar todo aquel que se precie de ser un verdadero filósofo. A saber, se sentirá acompañado por la soledad ya que, en muchas ocasiones, su pensamiento irá en contracorriente. Tendrá que luchar para mantenerse retirado y lejos de las iniquidades y crímenes.
Ahora bien, si una persona puede llegar a ser un filósofo sabio, también existe la posibilidad de que el filósofo se pervierta. Esto puede ser debido a las siguientes causas: a) la mala educación puede transformar a las mejores almas en las peores almas; b) cuando censura o aprueba determinadas palabras y acciones con gran estrépito y c) cuando repite a la juventud las máximas que en sus asambleas profesa el propio pueblo. La sabiduría no consiste en saber lo que desea la multitud reunida. De aquí concluimos que este tipo de filósofos en verdad perjudican al Estado.
Abordaremos ahora las funciones del filósofo. Un verdadero filósofo estará orientado a gobernar al Estado. Por ello, se debe elegir a las personas que más propias parezcan para mantener las leyes e instituciones en todo su vigor. Se precisa educación y experiencia para que se les pueda confiar el Estado. Por otra parte, el filósofo buscará la mejor forma de gobierno, aunque no exista ninguna forma de gobierno que convenga al filósofo. El filósofo deberá tratar con objetos divinos. Gobernará hasta pasar al gobierno y a las costumbres de sus semejantes el orden que ha admirado en la esencia de las cosas (la justicia, la belleza, la templanza). Estos magistrados tendrán gran celo por el bien público, ingenio vivo, carácter firme y estarán adiestrados en las ciencias. Buscarán en todo el Bien. Sócrates dice ser uno de los pocos atenienses que examina el verdadero arte de la política y el único entre sus contemporáneos que la practica. El verdadero arte de la política es el arte mediante el cual se cuida del alma y se le convierte en lo más virtuosa posible. Eso, dice Sócrates, es el arte del filósofo. Sólo si el político se transforma en filósofo puede construirse la verdadera ciudad, el Estado auténticamente fundamentado sobre el supremo valor de la justicia y el bien.
Platón concibe toda su República basándose en su concepción del mundo, del hombre y de los dioses. Él concibe al hombre de forma dualista. Es decir, el hombre está dotado de alma y cuerpo. Llega a afirmar que el cuerpo es la cárcel del alma. El alma debe perfeccionarse o purificarse mediante la práctica de las virtudes (justicia, belleza y templanza) para llegar al Bien.
Daré un salto al siglo XXI para confrontar su idea del “verdadero filósofo” y su función con lo que se vive actualmente y con aquello que requerimos como humanidad.
Hoy leí en un periódico mural las declaraciones que recientemente realizó el presidente George Bush: “México es modelo para A.L”. “Vaya modelo” pensé. Y relaciono una nota que refiere los índices de pobreza en el país del declarante (Estados Unidos de América): 37 millones de pobres, 43% de los cuales viven en pobreza extrema[2]. En otra parte de la misma nota informativa se nos informa que en la capital –Washington, D.C.- “casi seis de cada diez residentes de la capital viven en extrema pobreza, a la sombras de la cúpula política del país que tanto habla de prosperidad y oportunidad”[3] Este hecho lo pude constatar en una estancia de estudios de dos meses que realicé en dicha capital. Caminando cerca del Capitolio, se veían tirados en el piso hombres de raza negra; pedían limosna, estaban borrachos o simplemente se pasaban ahí el día entero. Ese hecho y otros similares, me llevaron a pensar en la paradoja siguiente: tan cerca del “poderoso” Congreso de los Estados Unidos y la constatación de indigencia, pobreza e incluso delincuencia. En Nueva York, más del 20% de los habitantes viven en la pobreza.[4] Y en nuestro país, también tenemos una gran cantidad de la población que vive en la marginación y pobreza. Aproximadamente existen en México entre 40 y 60 millones de pobres, de los cuales 20 millones viven en situaciones de pobreza extrema. Haciendo referencia a este problema en nuestro país, recuerdo una visita que realicé a la Sierra Norte de Puebla, donde pude vivir con los indígenas una semana. Ahí me percaté de las carencias materiales de todo tipo con las que se encuentran: carencia alimenticia, de infraestructura, de educación, de salud, de oportunidades de empleo, de libertad política, tecnológica, etc. Veo también en la sociedad otros problemas como la injusta distribución de la riqueza que se da en nuestro país y en el mundo, el deterioro ambiental, la individualización de la sociedad (egoísmo y pérdida de identidad colectiva), las guerras, el ansia insaciable por el dinero, entre otros.
Estas realidades las retomo para dialogar con Platón y descubrir que todavía hoy son necesarios los verdaderos filósofos. En la actualidad se precisan seres humanos que se detengan a pensar el mundo; se preocupen y ocupen de lo que hace la humanidad; sean capaces de criticar los derroteros por los que camina ésta, los modelos económicos y políticos por los que opta y propongan alternativas que rescaten al ser humano evitando tratarlo como un recurso más en la cadena de producción, sujeto a las leyes de la oferte y la demanda.
Frente a las realidades que vive nuestro mundo, se hacen vigentes algunas de las características que ataño planteó Platón como requisitos para un verdadero filósofo, así como la necesidad de que este tipo de hombres se hicieran cargo del Estado (actualmente casi cualquier persona que cumpla algunos requisitos, principalmente de edad y nacionalidad puede acceder a los puestos de elección popular). Se vuelve urgente que las personas que aspiren a estar al frente del Estado amen la ciencia, tengan horror a la mentira, busquen la verdad, estén exentos de codicia, no teman la muerte y estén dispuestos a dar la vida por la verdad y la justicia.
Percibo que estamos lejos de conseguir que todas las personas que dirigen el Estado cumplan por lo menos de forma mínima con esos requisitos. Pero no por ello se debe dejar de pensar, imaginar, esperar y trabajar para que algún día las cosas puedan cambiar. Quizá algún día algún verdadero filósofo pueda dirigir el Estado.
Esbozo a continuación algunas situaciones que en la actualidad requieren ser pensadas y esperan, de parte de los filósofos, una respuesta, una alternativa, un resquicio de solución o, al menos, palabras de esperanza: la pobreza extrema, la política económica de nuestro país y del mundo, la violencia e inseguridad, el sentido de la vida, la ecología, entre otras. Concluyo el presente trabajo con algunas preguntas para la reflexión. ¿actualmente qué características debe tener un verdadero filósofo? ¿cuál debe ser la labor del filósofo en la actualidad? ¿cómo debe vivir un filósofo? ¿cuál debe ser su papel en la sociedad? ¿Quién nos debe gobernar? ¿Qué podemos esperar y exigir de nuestros gobernantes? ¿Cuál debe ser la educación humana, técnica y profesional que deben tener aquellos que dirijan el Estado? ¿Mediante qué medios podemos exigirles o demandarles, cuando no cumplan la promesa de servicio que hacen al iniciar su periodo de gobierno?
Platón escribió su utopía. Nosotros ¿cómo soñamos el mundo, nuestro mundo?
[1] PLATÓN, Diálogos, Editorial Porrúa, México, 1984
[2] BROOKS, David, “En pobreza extrema, cerca de la 16 millones de estadounidenses”, en La Jornada, México D.F., núm. 8088, 27 de febrero del 2007, El Mundo, p. 23 México.
[3] Loc. Cit.
[4] BROOKS, David, “Nueva York, entre la opulencia y la miseria”, en La Jornada, México D.F. , núm. 8094, 5 de marzo del 2007, contraportada.
made in Guanatos, Marzo 8, 2007