domingo, 29 de marzo de 2009

jueves, 19 de marzo de 2009

¿Es posible la Metafísica?

Ontología
¿Es posible la Metafísica?[1]

En el presenta artículo, el autor inicia haciendo la siguiente pregunta: ¿Es posible la metafísica (MF, en adelante)? Se hará un recorrido enfatizando el proceso de crisis histórica que puede ser referido para su estudio a tres momentos, bajo el desarrollo progresivo de tres líneas fuerza: progreso de la ciencia, humanismo y la alternancia de exaltación y depresión en la conciencia humanista.

Momento histórico
s. XVII y XVIII
s. XIX y XX
Contemporánea actualidad

1. CRISIS EN LOS SIGLOS XVII-XVIII

Crisis de la MF: por el progreso científico. Al tener el hombre la posibilidad de un conocimiento exacto de las cosas que conlleva un dominio real de lo que sucede en el mundo, gracias a las ciencias, pareciera que el ser humano hubiera encontrado algo que saciaría su sed de saber y dejaría atrás las construcciones metafísicas que utilizaba para explicarse los fenómenos.

Surge, desde el empirismo una pregunta: ¿se puede conocer algo que no sea de un modo u otro verificable en la experiencia? HUME: representante extremo de la crisis.

Frente a estas interrogantes, la MF busca fundamentación mediante la “conversión al hombre”. Este humanismo se le puede llamar así frente al geocentrismo –cristiandad medieval-

Descartes: antropocentrismo de fundamentación metafísica. Presenta un problema crítico-espistemológico: “el mundo que perciben nuestros sentidos no puede ser asumido por la Ciencia como el mundo simplemente real. Concibe la suprema realidad como un mundo de “ideas”… proyección antropológica ingenua.

1.1 Descartes el nuevo punto de partida (optimismo)
Existía en la filosofía un punto de partida, que daba por sentado casi hasta el s. XVII , que las cosas se dan, están ahí antes de toda reflexión: realismo ingenuo.

Descartes busca reconducir a la Filosofía a un punto en el que ya no quepa duda. Llega al descubrimiento del “cogito”: existo pensando. La realidad inicial que se da no son las cosas, sino esta realidad pensante, que es la conciencia. Surge aquí un punto de partida idealista o subjetivista frente al realista ingenuo. Descubrimiento revolucionario. Sin embargo, Descartes aísla excesivamente a la conciencia y surge el problema de la salida a la realidad exterior que lo resuelve de forma arbitraria.

1.2 El replanteamiento kantiano
Kant se replantea el problema planteado por Descartes. Y propone que no existo no sólo. Lo que puedo llegar a saber es que existo yo mismo frente a las cosas. Existo en un mundo, y solo cuando soy conciencia de los no soy puedo ser consciente de mi mismo. Las cosas las conozco desde fuera, mientras que a mí me conozco desde dentro. Kant: ni idealista, ni realista: supone la realidad de un mundo en el que se encuentra enclavado el sujeto. El hombre, al verse en el mundo, se pregunta angustiado por el sentido de la realidad vital, su origen, su destino. Por estas razones, le dará una respuesta antropocéntrica.
Kant buscó teorizar una fundamentación de las Ciencias. Dado que la intuición que el hombre tiene y es siempre la sensible, la Metafísica, que por definición intenta ir más allá de la experiencia sensible, no puede apelar al control de una auténtica experiencia. Por lo tanto, la MF no puede aspirar al estatuto de Ciencia. Las preguntas más decisivas que el hombre se hacen son: ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar? Ninguna ciencia responde a estas preguntas, pero no por ello debieran quedar sin respuesta. La MF entra en el campo humano como fe racional. De esta forma, queda fundada ya de un modo inatacable por cualquier ulterior progreso científico. La MF no es “ciencia”, siempre entendida ésta en el sentido moderno.

En Kant, la MF y la Antropología quedan estrechamente vinculadas.

1.3 La revolución copernicana de Kant y su sentido.
Con relación al conocimiento, Kant buscó variar las teorías clásicas al respecto y estableció que : “El objeto se rige por el conocimiento”. Es posible establecer esto porque el entendimiento humano es quien confiere al objeto que conoce en la experiencia lo que hay en él de universal y necesario y lo hace conforme a sus estructuras propias. Por lo tanto, el hombre verá siempre las cosas al modo humano y no como son en sí. Otra forma de explicar esto sería decir que hay la posibilidad de un conocimiento diverso de esa misma realidad que el hombre conoce conforme a sus propias estructuras; podrán darse otros entendimientos que conozcan de manera distinta conforme a otras estructuras, esa misma realidad. Y solo un entendimiento Absoluto conocería perfectamente esa realidad como ella es en sí.

Kant concluye, que aunque científicamente la MF no sea posible como ciencia moderna, el hombre sí puede realizar afirmaciones metafísicas.

Kant, logra mantener un equilibrio o fidelidad entre “la conciencia de la finitud” y “la exigencia de absoluto”.

2. LA CRISIS EN LOS SIGLOS XIX-XX
Las posiciones de estos siglos se pueden ver como la unilateralizacion de uno de los dos extremos en él equilibrados: la exigencia de absoluto (s.XIX) y la conciencia de finitud (s.XX).

2.1 El humanismo absolutizador
Después de Kant, aparece la exigencia del absoluto. Surge así, la gran Metafísica. (Fichte, Hegel). En esta corriente se considera que Hombre y Absoluto están dados desde el principio. El hombre se diviniza y olvida la conciencia de su finitud. En la metafísica idealista de Hegel, el hombre (y con él el mundo) se subliman en el Absoluto. Posteriormente, la izquierda hegeliana se vuelca a una inmensa exaltación del hombre. Para Feuerbach, “el hombre es el ser supremo para el hombre”. F. Nietzche encuentra el hombre como “voluntad de poder”. Y que este hombre “ha matado a Dios” Nietzche considera vano todo intento de situar valores absolutos más allá de la realidad del hombre y su mundo. Pero habría que destacar que esto no implica renunciar al Absoluto, sino buscar su realización a través del hombre mismo: el hombre debe llegar a superarse en el Superhombre.

En todos los pensadores post-hegelianos se hace explícita una voluntad para superar la MF. Por su parte, el progreso científico y técnico, producirá crisis más radicales en la MF.

Carlos Marx: considera que la alienación más profunda no está en lo religioso (Feuerbach) sino en lo económico. Esto se remedia con una praxis revolucionaria que cambie la miseria de la situación-base alienante.

2.2. El asalto de la ciencia contra la MF
El progreso científico en la Edad Moderna será el factor más decisivo en la crisis de la MF.

Nuevas revoluciones científicas: más amenazantes e inquietantes para la MF. (humillantes para el hombre)
Darwin al amenazar con reducir al hombre a la esfera animal
el materialismo histórico de Marx (arte, la religión y la MF son ideologías , simples estructuras que surgen como reflejo de hechos base de orden material)
La concepción inconsciente introducida por la práctica clínica psico-analista de Freud, amenaza semejantes construcciones reduciéndolas a reflejos de situaciones psíquicas.

Augusto Comte teorizó de modo paradigmático el ataque de las Ciencias a la MF. Comte proponía los tres estadios consecutivos: religioso, metafísico y positivo. Sin embargo, nos podemos percatar que dichos estadios no son consecutivos y que al llegar al tercero no se puede hablar de una exclusión total de la MF.

También es importante destacar que las MFs en la historia humana han surgido en el seno de tradiciones religiosas preexistentes, y como un esfuerzo de racionalización de las intuiciones religiosas primero vertidas en el lenguaje simbólico. Gracias a esta incorporación (racionalización metafísica) es como han podido sobrevivir.

Sin embargo, aunque los ataques a la MF han sido fuertes, la muerte de ésta no se produce tan fácilmente. Perviven residuos metafísicos. Se ve la pervivencia de algo profundo e insustituiblemente humano, algo que no se puede excluir coherentemente. El autor nos lanza una pregunta interesante: ¿No habremos de concluir que hay algo válido en el estadio religioso, que no queda simplemente explicado por la ignorancia y la impotencia, aunque inicialmente se haya mezclado con ellas?

2.3 REDESCUMBRIMIENTO HUMANISTA DE LA FINITUD

El realismo del esfuerzo científico continuado ha ido revelando sus límites y destuyendo algunos entusiasmos ingenuos que se pudieron suscitar en un primer momento.

La conciencia de la propia finitud se ha hecho más aguda. El hombre de hoy se siente muy radicalmente finito y limitado en todas sus posibilidades.

El hombre de hoy renuncia a hacer MF, por considerar excesivamente grande esa tarea y hace su pequeña filosofía del propio existir en el mundo.

Pareciera que la tensión entre la conciencia de finitud y la exigencia de absoluto, volvería a recuperarse…

El estructuralismo: reduce al hombre a las estructuras subyacentes. Se busca eliminar al sujeto.

2.4 Fenomenología y Filosofía de la existencia
Husserl aparece como un nuevo Kant. Pretende, aunque no lo logra, hacer de la Filosofía una estricta ciencia. Husserl justifica la objetividad como intersubjetividad. Busca reducir la distancia entre el fenómeno y la realidad en sí. Sostiene Husserl que no hay fundamento teórico para mantener la distinción de fenómeno y realidad en sí, llamará realidad en sí al mismo fenómeno.

Por su parte, Heiddeger tuvo desde el principio, la preocupación metafísica de constituir una ontología fundamental. Buscó repetir y readaptar la fundamentación kantiana. Heidegger subrayará la temporalidad y la historicidad del hombre, así como su situación en el mundo.

2.5 Superación del humanismo y de la MF?
Según Heiddeger la realidad envuelve al hombre como un misterio. La realidad constituye al hombre. El hombre es un don de la realidad. Pero además significa que la realidad se hace en el hombre lenguaje. Heidegger rechaza las MFs de la historia occidental después de Platón porque se olvidan del “ser” y se dedican a los entes. Lo que el mismo Heidegger intenta hacer es una mejor MF. Hay que partir del ser para comprender al hombre y hay que partir del hombre para comprender al ser.

[1] Resumen del texto: GÓMEZ CAFARENA, “Metafísica fundamental cristiana”, ediciones cristiandad, Madrid, 1983, pp. 55-83