miércoles, 10 de diciembre de 2008

Un acercamiento al hinduismo

En un mundo con múltiples cosmovisiones, pareciera imposible el diálogo y la mutua comprensión. Y esta afirmación lo es aún más cierta si hablamos de política y de religión.
Sin embargo, emprender un acercamiento a otras religiones resulta necesario, pues si estamos abiertos a escuchar a otros, podremos encontrar puntos de encuentro que nos lleven a una comprensión y a un respeto mutuo. El acercamiento a otra religión con otros símbolos, otros mitos, otro modo de razonar, de orar, de vivir, otros conceptos e incluso otras deidades nos lanza a la reflexión y a la confrontación. ¿Quién es dios? ¿Cómo es dios? ¿Qué hay en el ser humano que busca algo más allá de la mera materialidad del mundo? ¿Por qué hay diversas religiones y tan antiguas? A fin de cuentas estas preguntas nos lleva a confrontarnos con nuestra propia experiencia:¿por qué creo en dios, para qué creo en dios, a qué compromisos me lleva mi religión? ¿mi religión me libera y me hace liberar a otros? ¿podría vivir sin religión? ¿hago una religión a mi tamaño?
Sin embargo, todas estas preguntas tan sólo nos sirven de introducción al tema en cuestión, y se lanzan al lector como una interpelación para ser pensadas, meditadas vividas. En este trabajo se realizará un estudio del hinduismo y se estudiará la posible similitud o diferencia con el cristianismo.
El origen de la religión de la India tiene miles de años. Unos de sus antecedentes fue el asentamiento realizado entre los años 3000 y 1500 a.C. a orillas del río Ganges. Existía una divinidad masculina representada con tres rostros y rodeada con animales. Sería la representación posterior de Siva. Existía el sacrificio como modo de conseguir la actitud misericordiosa de la divinidad y favorecer la unión en la comunidad. Esa comunidad se extinguió en el siglo XVIII a.C. debido a cambios climáticos.

En la conformación de las creencias hindúes tuvieron influencia el pensamiento griego. Especialmente el orfismo y Pitágoras. Además, los arios invadieron el país e introdujeron su religión. Daban culto a dioses como el fuego, la luna o el sol. Los arios introdujeron el sistema de castas que permanece hasta hoy. Es así como se conformó el hinduismo clásico o histórico. (400aC-500dC.).

Ahora mencionaremos los libros sagrados de los hindúes, mismos que recibieron el nombre de “vedas”, que quiere decir, conocimiento de lo sagrado. Son muy antiguos y contienen revelaciones transmitidas por los videntes. Se cree que los dioses siguen comunicándose con los hombres especialmente en tiempos decadencia de la tradición. Los cuatro libros, los cuales sirvieron para codificar el saber religioso de los orígenes y cuya comprensión es limitada a unos cuantos y cuya actualidad ahora es poca, son los siguientes:
Rigveda: veda de las estrofas s el más antiguo. Contiene más de mil himnos dirigidos a diversas divinidades.
Samaveda o veda de las melodías. Es una especie de libro de cantos a partir del Rigveda.
Yajurvdea o veda de las formulas de los sacrificios. Se fija más en estos que en los dioses a quienes van dirigidos.
Atarvaveda recoge el saber de los Atharvanes, magos sacerdotes. Contiene fórmulas mágicas y conjuros.

De los vedas surgen otras obras religiosas como los “Puranas”, poemas alegóricos que comentan el origen del mundo y la transmigración de las almas. Por otra parte, en las “Brahamanas” (100 a.C.) se dan normas y explicaciones sobre ritos y sacrificios que contiene también leyendas en prosa . Los “Sutras” himnos que glosan normas para la vida del creyente. Otro grupo importante de libros se compuso entre 800- 400 de nuestra era: “Los UPANISHADS”, representan el Vedanta, el final del Veda y su finalidad era ayudar a comprender el sentido profundo de los complicados ritos védicos. Insisten en el conocimiento y el saber como caminos de liberación. Partiendo del conocimiento del atman, invitan a llegar hasta el Brahman, que es el espíritu absoluto, el alma universal. También existen poemas épicos como el Mahabbharta y el Ramayana, que cuentan la historia original del Dios Crisna, la octava encarnación de Visnu.

Los hindúes tienen fe en la eficacia inmediata de la palabra sagrada. Por ejemplo, los mantras: poseen según los hindúes una fuerza creadora peculiar en virtud de su origen sobrehumano. Al pronunciarlos, debido a su fuerza espiritual que tienen, favorecen la liberación. Sin embargo, no es un mero repetir por repetir, sino que la repetición sentida y sincera constituye el medio más seguro. Esta práctica no pretende milagros, sino la obtención de la paz inefable.

Pero, ¿cómo es el Dios hindú? Es omnipresente y multiforme y esto es fruto de un intento por comprender la esencia de Dios y su relación con el mundo. Se dice que el hinduismo tiene treinta mil dioses, pero esto es debido a que venera todo lo que nos rodea: árboles, montañas o animales. Pero todas las divinidades no son más que diferentes rostros de una única realidad fundamental, que los hindúes llaman Brahman y que es absoluta, eterna y sin límites y de donde surgen todas las cosas. El absoluto es una realidad neutra e impersonal, origen de todo lo que existe y que a la vez impregna a todos los eres y a todas las cosas. Puede encarnarse bajo cualquier forma humano de la natura, como las vacas sagradas o el río Ganges. Brahaman el único y solo Dios toma los nombres de Brhama (creador), Visnu (preservador) o Siva (el destructor). Y Trimurti constituye un Dios único. La concepción de un diablo no ha tenido nunca en la India un papel importante.

Los vedas establecen cuatro castas ancestrales en que se divide el conjunto de sus fieles. A) Brahamanes o sacerdotes, b) los ksatriyas o guerreros, c) los vaisías o campesinos. Marginalmente de la religión y de la sociedad quedaban los drávidas o parias (intocables prácticamente esclavizados, casi no se les consideraba personas). Esta tradición proviene de los arios, quienes se preocupaban mucho de la pureza, motivo por el cual evitaron mezclarse con el pueblo sometido para preservar su identidad étnica y cultural. Los no arios quedaron excluidos de la participación activa y pasiva en la religión védica.

Los grandes principios del dharma, del karma y samsara. El dharma quiere decir sostener o mantener. Es la ley que mantiene el orden del mundo. Es el orden que rige el a cada uno según su casta. El dharma para el hinduismo constituye la realidad esencial del cosmos, de la sociedad y del ser humano. Es el orden que reina entre los dioses, atribuyendo a cada uno su propia función. El dharma es el funcionamiento armonioso de un universo en equilibro. Las fuerzas adversas que amenazan este equilibrio es el ad-dharma: todo lo que se opone al orden, el mal. En la sociedad es la violencia dominadora de las castas superiores que abusan de su situación. En cada ser humano es la tendencia perversa a buscar la ganancia y el éxito. El karma significa obra o acción. Es la fuerza invisible que emana de todos los actos humanos. Esta energía es la que hace al alma, prisionera de un cuerpo y obliga a reencarnarse. El karma es algo así como el balance de nuestros actos –buenos y malos-. Este concepto es muy importante, pues es el fundamento de la explicación del destino humano. Nacer en una situación no es una maldición o una falta sino el resultado de los deméritos de una acción anterior y la posibilidad de obtener una existencia mejor. El karma afirma que los actos e incluso intensiones escriben la vida futura. La opción es actuar sobre los actos e intenciones para afectar con el porvenir. Parece esperanzador pues existe la certeza que al final de las reencarnaciones se obtiene la liberación (moksa: liberación del ciclo del nacimiento, de la muerte y de la reencarnación). El samsara o flujo de la existencia indica el ciclo compuesto de nacimiento, muerte y renacimiento. Es lo que llamamos transmigración de las almas (metempsicosis o metensomatosis que quiere decir transmutación de un cuerpo en otro).

Los hinduistas conceden gran importancia al templo. Dentro está la divinidad. El templo tiene forma del monte universal. Está ricamente adornado.

Los hindúes aprenden la ley, pues de los ritos se deriva una lista de obligaciones sociales y morales. La persona creyente sigue escrupulosamente los ritos y normas ligadas a éstos. La vida social y la vida espiritual son inseparables. La persona no es jamás un individuo aislado, sino que forma parte del orden universal. En los diversos templos los sacerdotes celebran ceremonias de las ofrendas. Sin embargo, la religión en la India se celebra en casa. La mayoría de las familias hindúes tienen un pequeño templo doméstico, en algún cuarto o rincón de la casa. Está consagrado a la oración y a las ofrendas a los dioses. Cada día, el padre o la madre de familia enciende una lámpara delante de pequeñas imágenes de los dioses. Las ofrendas son de agua, fuego, luz, flores, frutos, incienso e incluso comida que después se reparte entre los asistentes. Significan la ofrenda de la persona a la divinidad.

Ahora bien, pasemos a hablar del modo en el que se han dado las relaciones entre ambas religiones: “Las relaciones cristiano-hindúes han tenido destinos encontrados. Por una parte, la tendencia natural del hinduismo ha sido el reconocer las bases divinas de muchas otras religiones, y en reverenciar a sus fundadores y santos practicantes. Por otra parte, las percepciones de un proselitismo agresivo por parte del cristianismo han generado un despliegue de violencia anticristiana, a menudo alimentada por los partidos políticos nacionalistas hindúes. En países occidentales, el Vedanta ha influenciado a algunos pensadores cristianos, mientras que los movimientos antisectistas han reaccionado en contra de actividades de gurús inmigrantes y sus seguidores” .
En cuanto a las diferencias o similitudes entre el hinduismo y el cristianismo encuentro lo siguiente:
En primer lugar podemos destacar la influencia del pensamiento griego en ambas religiones. Es bien sabido que el orfismo jugó un papel importante en el hinduismo, al igual que en el cristianismo, el cual recibió dicha influencia a través de los griegos.
En comparación con los vedas y demás libros hindúes, el libro sagrado de los cristianos es la Biblia, libro que fue escrito por hombres, pero de inspiración divina. En este punto podemos encontrar algo en común con los vedas, ya que éstos también fueron inspirados.
Como vimos anteriormente, los hindúes tienen fe en la palabra sagrada, repetida varias veces. En el cristianismo podríamos establecer un parangón con la oración. Sin embargo, la oración cristiana se dirige a un Tú. Un punto de encuentro del cristianismo –oriental- con los mantras sería la oración centrante, que consiste en repetir una palabra constantemente, por ejemplo “Abbá” o “Jesús” con los mismos propósitos que los mantras: obtener la paz, cesar la razón para dejar espacio a la intuición.
Existe una similitud entre amabas religiones que llama mi atención: la trinidad de Dios. Para los hindúes Dios se divide en tres personas con diferente función cada una: creador, conservador y destructor. En contraste, en el cristianismo la trinidad cristiana se compone por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, no existiendo en él el principio de destrucción.
Si hablamos de lugares de culto, llegamos a afirmar que ambas religiones comparten la existencia de templos. La existencia de este tipo de recintos es importante. Incluso se ha llegado a decir que sin templos no hay religión. A lo primero se añade que los hindúes tienen templos en sus casas. Esta tradición me remonta a las poblaciones indígenas nahuas que conocí en la Sierra Norte de Puebla, donde en cada casa existía un pequeño altar con las imágenes imprescindibles de Jesucristo y de la Virgen de Guadalupe, además de los santos de la devoción particular. Con esta costumbre que quizá no proviene tanto del catolicismo sino de la cultura indígena veo una similitud en lo que a “oratorios caseros” se refiere.
Si tratamos el tema de la jerarquía, en la Iglesia católica la “división” es de carácter religioso y no tanto social. Hablando de la iglesia católica, ésta es presidida por el papa, los cardenales, los sacerdotes, los diáconos , los religiosos y religiosas y los laicos. Por su parte, en el hinduismo la jerarquización de la sociedad es de carácter religioso y social. Además, puedo percibir una mayor relación en el Hinduismo entre sociedad y religión. En el cristianismo pareciera existir una escisión entre creencia y práctica.
Llama de forma especial que ambas religiones, quizá con más énfasis la católica, han intentado realizar una filosofía de su religión. Descubro al acercarme a otra religión la importancia de la elaboración filosófica de sus conceptos, de sus creencias. En primer lugar, es el único modo que permite a alguien ajeno a esa religión una comprensión básica de los fundamentos y creencias de su religión.
En otro orden de conceptos establezco una similitud entre el karma con la consciencia en la medida en que ésta es la que indica lo que está bien o mal, sin embargo, en el cristianismo no ejerce la función de ser la reguladora de las vidas futuras, pues eso no existe en el cristianismo. En éste, no existe la reencarnación, sino la resurrección. El cristianismo sostiene que existe sólo una muerte y que habrá un juicio final. El destino del cristiano es el cielo, entendido como plenitud en la presencia de Dios. Si el cristiano se ve impulsado al amor al prójimo es debido al amor con el que Dios le ha amado. El amor de dios, así como la salvación no se obtienen por medio de méritos, sino que proceden gratuitamente de dios. El dios de los cristianos es creador, personal, misericordioso y amoroso en contraste con un dios hindú impersonal y omnipresente.
Ahora será el momento para abordar el tema de las ofrendas. Similar al cristianismo, en el hinduismo, simbolizan la ofrenda de la persona a Dios. Una similitud con las ofrendas que consisten en ofrecer alimentos a los dioses y después compartirlo con la gente serían las ofrendas del día de muertos en México.
Y después de realizar las precedentes reflexiones y de estar pensando el tema del hinduismo, surge una crítica del hinduismo. Parece establecer mediante un sistema social de castas un statu quo en el que todo está determinado, predestinado. Esa quietud mantiene a muchas personas en la miseria sólo por haber nacido en esa casta. Externamente, desde mi punto de vista, el discurso religioso pudiera parecer la perfecta ideología para que los brahamanes y las castas más privilegiadas puedan mantener sus ventajas. Mediante el discurso religioso se legitima esa situación. Y si las personas están así, es porque no han hecho los méritos suficientes y se lo merecen. No parece existir la posibilidad de una pobreza y miseria por la estructura social, ni es bien vista la ayuda a los parias.
Sin embargo, esta postura crítica a la que quizá le falte una mayor comprensión del hinduismo, me lleva a establecer una analogía con la sociedad occidental, donde no existen castas, pero sí clases sociales. Y precisamente la clase social es el factor de separación, de discriminación y de condenación a vivir en esa situación. Por ejemplo, si alguien nació pobre, aunque no paria, parece haber nacido con la condena de serlo siempre. Por el contrario, quien nace en una clase económica media o alta, gracias al mismo sistema jurídico, social, democrático, tendrá las posibilidades y los medios para mantenerse en dicha situación o quizá para mejorarla. Es decir, el pobre será cada vez pobre y el rico cada vez más rico. En esta situación sin ser hindúes se realiza el mismo proceso de validación de la riqueza de unos y la pobreza de muchos. Y todo esto más allá del cristianismo, podría ser la tónica del mundo occidental.
Realizar este acercamiento a la religión hindú me lleva a establecer algunas conclusiones. Me parece interesante el modo en el que dos sociedades han ido elaborando un discurso acerca de dios. Dicho discurso o metarrelato, dirían ahora los postmodernos, da sentido a la vida, explica el mundo, establece normas de conducta, fines, metas, ideales. A fin de cuentas me asombra cómo en dos partes tan distintas y distantes del mundo el ser humano pareciera tener un mismo anhelo, una inquietud radical. Aunque dicha inquietud ha caminado y se ha estructurado de diversos modos, existen algunos puntos en común.
Si bien la filosofía de la religión no podrá ni afirmar ni negar la existencia de dios, lo que sí hace es estudiar el modo en el que se han dado las diferentes religiones en el mundo. Acercarnos a otra religión y conocerla un poco más es una invitación a pensar acerca de lo divino, de los relatos y de las consecuencias que puede tener una u otra creencia.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Carta a un universitario sobre el sentido de la vida

Dios y el sentido de la vida. Carta a un universitario.
¿Cómo vas en los estudios? ¿Te están gustando? Espero que sí. Sin embargo, ahora no será motivo de diálogo la parte académica. Hoy me gustaría platicar acerca del sentido de la vida, de tú vida. Quisiera, en primer lugar, preguntarte ¿para qué estudias? Quizá me digas que para aprender más y volvería yo a inquirir ¿y para qué quieres saber más? Me dirás que para poder tener un trabajo en el futuro, y yo continuaría ¿para qué? Y me dirás que para asegurar un futuro para ti y para tu familia. Y ¿para qué? Considero que será mejor detenernos aquí.
El tema del que quiero hablarte es del sentido de la vida. ¿Crees en verdad que la vida tenga sentido? ¿Para qué vivir? ¿Vale la pena? Seguramente que aún sin quererlo te has hecho esas preguntas.
Con esas preguntas espero hacerme comprender que el sentido de la vida es más, mucho más, que la profesión o el trabajo. La pregunta del sentido de la vida es complicada. No es como un circuito electrónico, que funciona o no. En la respuesta se involucra la vida entera. El porqué vivir es una inquietud radical que pide una respuesta: ¿quién soy, para qué estoy en esta vida, existe dios, cómo me debo comportar? Son preguntas para las cuales las ciencias nunca tendrán una respuesta ni afirmativa, ni negativa, es más, ni orientativa. De ahí que cuestionar el asunto del sentido de tu vida sea una tarea personal, aunque solitaria.
Pero, me interrumpirás pidiendo una mayor explicación sobre lo que se entiende al decir “sentido” de la vida. Aprovecharé un texto de Béla Weissmahr , quien comenta que el punto de partida es la propia experiencia existencial que nos da una pre-comprensión de lo que somos. Seres en el mundo, seres con los otros. Buscar el sentido equivale a buscar la inteligibilidad y el valor de las cosas. El mundo sólo es inteligible desde el hombre llamado a la esperanza, proyectada al porvenir. Se puede hablar de que algo tiene sentido cuando es bueno y satisface. Tiene sentido lo que te llena, lo que responde a tus necesidades vitales, espirituales y personales, lo que satisface el anhelo de reconocimiento, protección y compañía, aquello que te hace sentir a gusto, que te capacita para aceptar sin reservas tu entorno, tus decisiones y a ti mismo. Vamos, te lo voy a decir con palabras de la sabiduría popular, encontrar sentido es como decir, “ya me hallé”. Es decir, cuando yo coincido con mi mundo y éste conmigo. Es decir, cuando puedo vivir encontrando sentido y reconociéndolo en todo lo que soy y hago.
Me viene a la mente un relato de un monje que encontró sentido a su vida mediante el servicio a los demás y la consagración a Dios. Este monje, con mucha preparación y experiencia de vida, pasó su vida entera abriendo y cerrando la puerta del monasterio y encontró allí y en eso el sentido de su vida y una plenitud tal que poco importaba si abriera puertas, cocinara, estudiara o realizara cualquier otra actividad. Por lo contrario, no hallarse en no entender, es no encontrar sentido.
Sin embargo, continuando con la historia del monje, habrá que preguntarse cuál era el sentido que él le daba a esa actividad o como era posible que esa actividad le diera sentido y plenitud a su existencia, pues como tú bien lo sabes, pasarse la vida entera abriendo y cerrando puertas parece ser poco agradable y nada gratificante.
Me podría aventurar a dar contigo el siguiente paso en esta cuestión de sentido. Y es que el sentido, aquello que te mueve, que te pone en camino hacia algo que quieres, no puede estar solamente encerrado en uno mismo, ni se puede reducir a la realización de una actividad. Weissmahr comenta que propiamente sólo tiene sentido aquello que apunta por encima de sí mismo, situaciones que nos liberan de nuestra propia estrechez. Y es mediante ese salir de sí, que es posible recuperar la energía creativa, el amor sentido hondamente o la vivencia estética.
Y es que el sentido de la vida es algo global, radical. No consiste en realizar una actividad aislada ni en obtener algo que deseas, pues todo ello debe estar de cara a aquello mayor que quieres ser en la vida. Quizá hayas tenido la experiencia de anhelar mucho un coche, un viaje, un rompecabezas. Lo deseas con muchas ganas y es ese deseo lo que te impulsa a conseguir el objeto de tu deseo. Podemos hablar que le encuentras el sentido a todo el trabajo que tengas que realizar para conseguir lo que quieres. Sin embargo, sucede una curiosa en el ser humano. Cuando consigue algo que quería, enseguida surge el desencanto o la costumbre y surge otro deseo. De ahí se desprende que nuestra realización no puede estar en la obtención de las cosas materiales. Existe un dicho que dice así: “la riqueza es como el agua de mar, entre más tomas, más sed tendrás” Continúa Weissmahr diciendo que nuestra s actuaciones particulares sólo tienen un sentido cuando el todo al que pertenecen, es decir, nuestra vida como un conjunto, tiene a su vez sentido. (Weissmahr, p. 82)
Otra experiencia más que nos puede servir es recordar cuáles son los momentos en los que te has sentido más feliz, más pleno. Haz memoria. ¿Quizá fue cuando compraste algo para ti, un coche, un viaje? Al platicar con muchas personas me han compartido que algunos de los momentos más felices de sus vidas han sido cuando han hecho algo por otros, cuando han aportado su tiempo y su persona a una causa humanitaria, a una persona que pasaba necesidad. Incluso partiendo de este tipo de experiencias, muchas personas han encontrado sentido a su vida. Este fenómeno resulta interesante pues están en juego las otras personas. En la película Bleu de Krzysztof Kieslowski, hay una escena que me impactó mucho, pues una persona le dice agradecida a otra: “Gracias, gracias por todo lo que has hecho por mí”. “Pero si no he hecho nada” contestó la protagonista. “Estuviste ahí, me escuchaste”.
“Meta de todo ser humano es la autorrealización, sólo se puede alcanzar cuando no se le persigue en forma directa. Ser hombre equivale a estar sobre sí mismo y orientado hacia algo, que a su vez no es ello mismo, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido que ese algo cumple, o hacia otro ser humano con el que se encuentra en el amor” (Weissmahr p.61)
Sin embargo, es necesario dar un paso más allá, pues podrías contradecirme diciendo que tampoco el “estar volcados hacia los otros” te puede hacer totalmente feliz. ¡Cuántas personas se dedican a servir a otros y no encuentran en ello ni plenitud, ni sentido!
La búsqueda del sentido de la vida es la búsqueda del fundamento y sostén absoluto de nuestra vida. Esto es, al plantearnos la vida en un sentido global, radical, no bastan experiencias de adquisición de cosas o de ayuda a personas, debe haber algo más.
Parece ser tiempo para que hablemos del fundamento y sostén absoluto de la vida. Es aquí donde hablamos del Absoluto. Para los cristianos, Dios es el Absoluto, aquel en quien el hombre supone y afirma un sentido no relativizable de su vida y sus actividades y reconoce una realidad última que confiere sentido a su vida. (Weissmahr p.65). De este modo, todo lo que el ser humano realice tendrá su origen y su destino en Dios. En él adquirirán sentido y se articularán todas las demás acciones que el ser humano realice. Dios será quien explique y de sentido a la vida. El mandamiento será el del amor a él y a los prójimos. Con Dios la vida toda podrá tener sentido.
Sin embargo, llegar a este tipo de conclusiones no será posible a través de la ciencia, ni de la lectura o intelección de la Biblia solamente. Las experiencias de sentido surgen más que cuando especulamos con agudeza, cuando actuamos y nos comprometemos, cuando amamos a alguien y experimentamos que somos amados, cuando nos irritamos frente a la injusticia, cuando vivimos y afirmamos el bien y el mal como opuestos incondicionales (Weissmahr p. 65)
Como afirma Weissmahr, a la vida humana sólo puede darle sentido una realidad trascendente al mundo e imperecedera. Esta realidad debe tener, además un carácter personal.
De este, modo, sabiéndonos sostenidos por “alguien” somos capaces de enfrentar la vida, de asumir incluso el sufrimiento y el dolor con esperanza y serenidad y de gozar y disfrutar plenamente la vida.
Recuerdo ahora un estudio en el que mencionaban que las personas que creían en Dios eran capaces de soportar más dolor que aquellas personas que no tenían alguna creencia en un ser superior.
Quizá nos hayamos extendido ya bastante en este tema, y aún tengas una objeción. Me dirás que no podemos sólo creer en Dios por una “experiencia”, que se puede amar a los seres humanos sin tener que ser creyente.
Solamente te diré que el ser humano tiene necesidad de aferrarse a algo, de sentirse sostenido por algo, por alguien. Baste ver la inmensa cantidad de horóscopos, psíquicos, adivinadores, lectores de cartas, nuevas sectas, religiones, movimientos que han surgido. Incluso en los países, así llamados “desarrollados” como Francia existe aún un alto porcentaje de la población que dice no creer en dios, pero que acude con frecuencia a diversos tipos de movimientos, grupos o prácticas que racionalmente podrían ponerse en duda. Con esto quiero demostrarte que el ser humano absolutiza siempre algo en la vida busca algo que lo trascienda. Algunos desgastan su vida por el deporte, otros por el poder, otros más por el dinero. Aspectos todos que no trascienden y que son tan efímeros que de un día a otro puede desaparecer. De ahí la necesidad de reflexionar acerca del sentido que tu quieres darle a tú vida.
Para ello, necesitarás escucharte en lo más profundo de tu corazón. ¿Qué cosas son las que te hacen realmente feliz?
La pregunta por el sentido de la vida no la podemos acallar, siempre llama a nuestra puerta y sólo puede ser una respuesta hecha vida. Ya sea que decidas no contestarla, sin embargo, lo estarás haciendo.
Creo que ha llegado el tiempo de dejar un momento para pensar. ¿Sientes que has encontrado el sentido de tu vida?
¿Cuál ha sido el móvil, el motor, lo que anima e impulsa tu vida? ¿Sientes que vale la pena vivir por y para ese “Absoluto”, te sientes “hallado” en lo que eres y haces aún cuando pueda haber dolor o sufrimiento? ¿Crees que puedes dotar tu existencia de sentido sin Dios? ¿En qué cifrarías el sentido de tu vida?